Cultivos aeropónicos, o cómo cultivar plantas en el aire
Artículo revisado por el Comité
Poder sacarle el mejor aprovechamiento a todos los espacios, respetando siempre el medio en el que se encuentren, es uno de los objetivos fundamentales de la jardinería.
Los cultivos hidropónicos han sido una de las novedades más destacadas del ámbito de la jardinería en los últimos años, ya que permiten obtener un mayor número de plantas en menos tiempo y en entornos donde el espacio es escaso –su secreto reside en que se pueden cultivar sin tierra ya que emplea una solución de nutrientes que se disuelven en agua-.
Y, una vez asentada esta técnica se plantea una nueva pregunta, ¿es posible la creación de cultivos aeropónicos? Pues, según parece, se trata también de una técnica que se va extendiendo como una de las alternativas más viables a las tradicionales.
Su base es similar a la hidroponía, aunque en vez de emplear agua, lo que se hace es pulverizar las raíces –que deben ser colgantes- y el bajo tallo, con soluciones acuosas enriquecidas con los nutrientes necesarios que favorecen el crecimiento de la planta.
Se suele emplear en recintos cerrados o semicerrados –normalmente invernaderos- para poder tener un mayor control tanto de las condiciones de cultivo como de la productividad –que algunos expertos ya indican que puede aumentar hasta 10 veces por hectárea y que, además, permite reducir la cantidad de agua que se emplea en un 90%-.
Aunque, por otra parte, una de sus principales ventajas es que, al no ser necesaria la tierra, se trata de una tecnología que puede emplearse en espacios en los que no sería posible crear un jardín tradicional como, por ejemplo, el tejado de una vivienda –el peso de la tierra lo hace completamente inviable-.
De hecho, esta idea fue el punto de partida que llevó a un estadounidense, Tim Blank, a crear un sistema denominado Torre Jardín, que facilita el cultivo vertical aeropónico para maximizar el uso de los espacios.
Las semillas –que pueden ser de todo tipo menos, obviamente, aquellos que sean subterráneos como zahorias o cebolla- se plantan en la columna central de la torre, que posee un temporizador que rocía las raíces de las plantas a partir de la reserva que tiene en la base.
No obstante, éste sólo es un ejemplo de las ideas que poco a poco van surgiendo en el sector de la jardinería y que tienen como objetivo fundamental popularizar este tipo de cultivo que, además, favorece la reducción de plaguicidas y la optimización en la obtención de frutos saludables.