Césped artificial: una opción ecológica y estética
Artículo revisado por el Comité
El césped sintético surge en la década de los 60 y 70 como una alternativa para aquellos deportes que precisan de amplias explanadas verdes para su práctica.
El césped sintético surge en la década de los 60 y 70 como una alternativa para aquellos deportes que precisan de amplias explanadas verdes para su práctica. Tras años de evolución, con momentos en los que ha sido muy cuestionado, actualmente el uso del césped artificial está generalizado para usos deportivos y decorativos.
La imagen del jardín perfecto está ligada en todos nosotros a una perfecta pradera verde. Sin embargo, en la práctica conseguir esa espectacularidad en nuestro césped va ligada a cuidados constantes y a un considerable gasto en agua y en diferentes productos y maquinaria para su conservación. Si además tenemos en cuenta que la sensibilidad ecológica está cada vez más extendida, es fácil entender el auge que la implantación de césped artificial está protagonizando en nuestros días.
La nueva generación de hierba artificial se comporta como una superficie viva. Gracias a su nueva fibra con sección cóncava y nervio central, recupera su posición inicial tras ser pisada. Sus fibras de polietileno de alta calidad garantizan una alta durabilidad y estabilidad de color.
Su instalación es muy sencilla y rápida. Los mismos abastecedores del producto lo colocan en nuestras casas. Se puede poner sobre tierra, hormigón, terrazo o cualquier superficie lisa que tenga caída y un buen drenaje. Se colocan los rollos uno al lado de otro, unidos por debajo con una malla geotextil y cola, con cuidado de mantener la caída del "pelo" en la misma dirección. Después se esparcen 20 kilos de sílice por cada 10 metros cuadrados y se “peina" en dirección contraria al pelo.
El mantenimiento es simple, cepillarlo de vez en cuando para quitar residuos.
Foto: Viveros Gigán