¿En qué consiste la xerojardinería?

El uso responsable de los recursos permite crear jardines y espacios verdes eficientes y sostenibles.

17 NOV 2016 · Lectura: min.
¿En qué consiste la xerojardinería?

La sostenibilidad y el uso responsable del agua son las claves que caracterizan la xerojardinería, práctica que aboga por el diseño de jardines eficientes que empleen de manera responsable el agua y supongan un ahorro energético y una gestión útil del medioambiente.

Este concepto comenzó a brotar en la década de los años 80 en el sur de los Estados Unidos. Estados como Colorado, California o Arizona habían acusado grandes problemas de abastecimiento de agua que afectaban, además de a la población, a los cultivos. En nuestro país ha tenido un gran desarrollo en la década de los años 90, siendo muy apreciada en zonas como el Levante y el sur peninsular.

Lejos de parecer un jardín aburrido, la xerojardinería estudia el terreno que donde se plantará la vegetación, el clima y la situación de los acuíferos, así como las especificidades del tipo de suelo, prestando especial atención a aspectos tan relevantes como el pH o su estructura.

Aunque a priori pueda parecer un paso común que puede compartir cualquier proyecto de jardinería, lo cierto es que no es así. De los datos que se extraigan de este estudio se determinarán aspectos tan fundamentales como el tipo de plantas que compondrán dicho jardín, su disposición, la protección del suelo por medio de plantas cobertoras o de acolchados que posibiliten la eficiencia y sostenibilidad del proyecto...

Como se busca el ahorro energético y el uso responsable del agua, la mayoría de las plantas que suelen emplearse en xerojardinería son autóctonas, vegetación adaptada de manera natural a las peculiaridades del suelo y del clima, que además no requiere de necesidades especiales de mantenimiento o de riego adicional. La mayoría, plantas silvestres (rocallas, arbustos como el tomillo o el romero, cipreses…) que, a su vez, sirven de escondite y alimento a la fauna del lugar.

Esta vegetación está acostumbrada al agua disponible en la zona; la protección del suelo le confiere un carácter autosuficiente al jardín. El acolchado que se emplea en xerojardinería permite que las raíces de las plantas preserven la humedad y temperatura necesarias para su crecimiento y fertilización, favorece la oxidación biológica de los nitratos presentes en el suelo y evita el crecimiento de malas hierbas.

Esta vegetación autóctona es la protagonista de la zona seca del jardín, la que ocupará una parte mayor en nuestro espacio verde. Las otras dos áreas en las que se distribuyen los jardines sostenibles, la de riego moderado y la húmeda, ocupan un espacio mucho menor, sobre todo esta última. Con ello se crean microsistemas que propician un desarrollo óptimo y económico de nuestros recursos.

Un jardín eficiente y sostenible es, a día de hoy, la mejor opción para propiciar el empleo responsable del agua y permite el aprovechamiento de recursos como el sol o el clima.

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