Cómo cuidar un rosal en invierno
Artículo revisado por el Comité
Los rosales son una de las especies más comunes en los jardines de todo el mundo porque no requieren cuidados complicados. No obstante, hay aspectos que hay que vigilar durante el invierno.
Los meses de invierno se deben aprovechar para podar correctamente el rosal y conseguir que tenga mejor salud y florezca más a partir de los meses de abril y mayo. De hecho, febrero y marzo son las fechas límite para realizar esta labor ya que, si no, se corre el riesgo de que no florezca. Para ello, se deberán emplear unas tijeras afiladas y realizar cortes sesgados hacia adentro –lo que evitará que el agua se acumule- sin tocar los nudos –se harán por encima o por debajo para mejorar el crecimiento-. También hay que eliminar las rosas marchitas que hayan podido quedar para que dejen espacio a las yemas de las que después saldrán las flores nuevas.
Una vez realizada la poda se puede limpiar el terreno colindante al rosal y añadir un poco de estiércol o abono orgánico que, igualmente, servirá para proteger el punto de injerto en el pie del mismo.
Los rosales deben recibir un mínimo de 4 horas de exposición directa al sol para crecer fuertes y mantener las ramas en su mejor estado.
La acumulación excesiva de agua es uno de los mayores enemigos de los rosales, por lo que es conveniente controlar el drenaje del suelo para mantener cierta humedad pero sin encharcamientos de ningún tipo.
Rosal naranja. Foto: Viveros El Arca