El azufre y sus usos en la jardinería y la agricultura
Artículo revisado por el Comité
El azufre, ese elemento químico de color amarillento que, muchas veces, se asocia con situaciones de cierta peligrosidad para el ser humano, es, en realidad, un eficaz fertilizante y abono que se emplea desde hace siglos en la agricultura y la jardinería.
Contrariamente a lo que pueda parecer –se le suele asociar con situaciones que pueden resultar dañinas para el ser humano aunque su peligrosidad resulta de la mezcla con otros elementos- el azufre es un elemento químico no metálico que lleva utilizándose durante siglos para multitud de usos.
Y uno de los más destacados, aparte de ser empleado para fabricar pólvora o cerillas, es el de ser uno de los mejores fertilizantes y abonos de cultivos y jardines que se conocen en el mercado –incluso se recomienda utilizarlo como corrector de suelos alcalinos-.
Además, se emplea en la agricultura ecológica gracias a su capacidad de actuar como fungicida para eliminar los hongos que suelen atacar cultivos y plantaciones de forma superficial.
De hecho, la experiencia y multitud de estudios realizados a su favor, permiten afirmar que se trata de uno de los elementos más seguros y que puede emplearse prácticamente en todo tipo de cultivos, frutales –a excepción de algunas variedades de manzano y peral-, cereales, vid, ornamentales, etc.
Sí hay tener en cuenta que se recomienda que transcurran al menos 21 días antes o después de tratar con algún tipo de aceite mineral e, igualmente, no es conveniente su aplicación si la temperatura supera los 28 ó 30 grados centígrados –lo más apropiado cuando se trata de azufre en polvo es aplicarlo a primera hora de la mañana o a última de la tarde, cuando las temperaturas son más suaves-.
Por otra parte, y aunque se puede mezclar con diversos fertilizantes y otros elementos, se recomiendan especialmente algunos de ellos. Por ejemplo, cuando se desean aplicar tratamientos espolvoreos, mezcla bien con bentonitas y con caolín. Además, se puede valorar positivamente el emplear algunos preparados que ya vienen mezclados, por ejemplo, con cobre, en forma de oxicloruro.
En su presentación mojable, cabe la posibilidad de mezclarlo con Bacillus thuringiensis en hortícolas y, especialmente en cultivos de vid, donde es muy efectivo en el control de las larvas de la polilla del racimo y oidio.